Prólogo
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En junio de 1983, el presidente de Ecopetrol, ingeniero y miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia, doctor Rodolfo Segovia Salas, visitó las instalaciones de El Centro y escuchó la propuesta de la creació delMuseo del Petróleo hecha por el psicólogo Miguel Angel Santiago Reyes. De inmediato le ofreció todo su respaldo. En los tres meses siguientes se adelantaron los estudios y autorizaciones necesarios para iniciar las obras que se acometieron en septiembre de 1983. En trece meses de entusiasta labor y con el respaldo del nuevo gerente de El Centro, Francisco Chona, se construyó el museo y se reunieron los elementos y objetos necesarios para proceder a su inauguración, que se cumplió el 24 de octubre de 1984 con motivo del Primer Congreso Colombiano de Petróleo.
El 15 de febrero de 1985 tuvimos el honor de visitarlo oficialmente, como presidente de la Academia de Historia de Santander, acompañado por numerosos académicos. Entonces recorrimos las modernas y muy bien dispuestas instalaciones del Museo Nacional del Petróleo, único en el país, segundo de esta especialidad en el mundo, después del de Houston, en Texas, EE. UU., y primero en Latinoamérica. Ocupaba entonces la dirección de este centro de historia y de cultura la senorita Elizabeth Harker Villamizar. Dias despu6s recibimos la trcigica noticia del asesinato de ingeniero Samuel Schneider Uribe, uno de los entusiastas colaboradores y cuyo nombre perpet6a actualmente el museo.
Al cumplir su primer año de funcionamiento, volvimos al Museo del Petróleo Samuel Schneider Uribe a participar en los actos culturales que con tal fin se desarrollaron y entonces tuvimos oportunidad de dialogar más a espacio sobre la otra faceta y proyecto del doctor Miguel Angel Santiago Reyes, ya iniciada con un excelente trabajo de investigación leido ante la Academia de Historia de Santander, en la propia ciudad de Barrancabermeja el 15 de febrero de 1985.
El distinguido funcionario quiso adentrarse en el proceso del descubrimiento, desarrollo y primeras asociaciones relacionadas con el hallazgo y explotación del petróleo en los bosques de La Colorada y el Opón, encendido en esa concentración apasionante que produce la búsqueda histórica. Con el mismo fervor que puso don José Joaquin Bohórquez en la indagación sobre la maravillosa sustancia por él descubierta, Miguel Angel Santiago Reyes inició el rastreo y pesquisa de datos, y documentos que le pudieran ser útiles para esta historia que estaba sin escribir.
Por sus manos pasaron los trabajos monográficos de ese gran patriarca rovirense y uno de los epónimos ciudadanos de Barranca, don Simón F. Galvis; del periodista y militar don Martiniano Valbuena; del médico, historiador y revolucionario Gonzalo Buenahora, quien al referirse al puerto petrolero afirma: Aqui no hay más tradición que la del trabajo, ni más nobleza que la del más antiguo. En Barrancabermeja vale el que, sin perder el honor, ha sabido conseguir dinero. Por eso obreros y señores se confunden. Todos llevan su camisa inmaculadamente blanca. La única diferencia posible sería la del talento. Y es que la vida como la cultural en Barrancabermeja es natural.
También hojeó esa excelente y bellísima revista literaria Pipatón, que a partir de noviembre de 1940 hasta diciembre de 1945 dirigiera en Barranca don Gustavo Gómez Mejía, escritor, periodista e historiador nato, sincero amigo del progreso y de sus amigos, quien le prestó valiosos servicios a la cultura santandereana y dió lustre a la Presidencia de la Academia de Historia de Santander.
Luego de acopiar declaraciones, testimonies y tradiciones se dedicó a los legajos documentales para entregarnos, después de cuidadosas acotaciones, este ensayo sobre los precedentes de nuestra Empresa Colombiana de Petróleos, una de las entidades que permiten reafirmar el orgullo de sentirnos colombianos.
Quienes hemos cumplido el proverbio chino de sembrar un Arbol, tener un hijo y escribir un libro, sabemos muy bien cómo es de grato entregar para la posteridad páginas impresas, nacidas de un ideal y conformadas por la verdad.
La labor realizada por Miguel Angel Santiago Reyes a través de Ecopetrol, merece la gratitud de Colombia. La Empresa le ha dado al país un museo, expresión de la historia del esfuerzo de un pueblo y de la realidad misma del desarrollo colombiano, y nos regala ahora, hecho texto, el producto de su investigación histórica, en forma castiza, sencilla, amena y deliciosamente apasionante. Por fin se hace justicia al iniciador de la industria petrolera en nuestro territorio, don José Joaquín Bohórquez, a quien por fallo del honorable Consejo de Estado le concedieron en noviembre de 1939 una pensión vitalicia de doscientos cincuenta pesos para hacerle menos penoso el transcurrir de sus últimos dias.
El Centro de Historia de Barrancabermeja debe sentirse orgulloso de contar entre sus miembros al doctor Miguel Angel Santiago Reyes porque ha sabido cumplir con el objetivo de defender nuestras gloriosas tradiciones y de enseñarle a las nuevas promociones a querer su solar nativo y venerar a la patria colombiana.
También en esa ciudad de sol, de río, de petróleo y de ilusiones, brillaron Los Saturnales, una agrupación de intelectuales, filósofos, músicos, poetas, periodistas, historiadores, profesionales, comerciantes, industrial y políticos cuyo denominador común era su amor por Barranca. Allí debe agregarse el nombre de Miguel Angel Santiago Reyes, que ha sabido rendirle tributo con sus escritos y con sus obras a las Barrancas Bermejas del Adelantado don Gonzalo Jiménez De Quesada y de su descubridor don Diego Hernández De Gallegos.
Y que sea nuestro ínclito poeta Aurelio Martínez Mutis quien rubrique esta presentación y reconocimiento a la meritoria labor de Miguel Angel Santiago Reyes, con una de las estrofas de su Canción del Petróleo:
Barrancabermeja, florida barranca,
me gustas por libre, por ruda y por franca;
te quiero por negra, te quiero por blanca.
Es negra mi vieja tristeza escondida
y es blanco el ensueño que impulsa mi vida.
Barrancabermeja, florida barranca,
me gustas por libre, por ruda y por franca!.
Antonio Cacua Prada
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