Manejo de Personal 2
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La Troco manejaba cuatro nóminas: Mensual de dólar para personal extranjero; mensual de pesos para puestos administrativos, profesionales o de supervisoría; quincenal limitada a supervisores de línea, y diaria en pesos para todos los trabajadores incluyendo los de oficina.
La dotación de trabajadores de la Troco disminuyó cuando la crisis financiera de los años 30 durante la intervención americana en la segunda guerra mundial. En 1942 la nómina de la compañía la constituían 1.618 empleados y 2.191 obreros para un total de 3.809. En 1948 la nómina de 3.291 trabajadores se distribuía así: 233 directivos, 1.662 empleados y 1.396 obreros. Al momento de la reversión el personal que laboraba en El Centro llegaba a 1.953 de los cuales 21 eran extranjeros.
La compañía diferenciaba las denominaciones empleado y obrero. Llamaba empleado al trabajador cuyo esfuerzo intelectual predominaba sobre el esfuerzo fisico.
En la década del 40 había ya una política de transferencias internas y ascensos para llenar vacantes. El trabajador extranjero empezaba a devengar salario y la prima de su condición de extranjero, desde el mismo día en que se embarcaba en puerto americano. Los nacionales, donde completaban sus requisitos de empleo.
Los reclamos por disgustos, equivocaciones, errores, descuidos, ignorancia de reglas, etc., debían hacerse al supervisor inmediato. Si éstos no eran resueltos satisfactoriamente iban al Comité ObreroPatronal compuesto por representantes de la Gerencia y los trabajadores.
La Tropical, como todas las empresas afiliadas a la Standard Oil, puso en práctica una política de manejo de personal consistente en otorgar insignias por años de servicio a la compañía.
Estas ceremonies eran verdaderos actos de camaradería que en El Centro se realizaban a campo abierto, en la Cancha de Botones, donde se ofrecían diversas viandas y licores y en los que todos compartían la misma mesa. En la Refinería similares actos se cumplían en la Casa de Directores.
El ascenso a la supervisión, que se realizaba en ceremonia especial, se consideró como el mejor estímulo a las personas que habían cumplido por largo tiempo una dura tarea en los campos o talleres y a quienes por su desempeño y cualidades humanas merecían la distinción de dirigir a sus proplos compañeros.
Con el auxillo de la compañía y el estímulo personal de los ú1timos gerentes se fundaron la Escuela de Segunda Enseñanza, que comenzó sus clases en el Club Unión, y la Banda Parroquial. Fueron ambas iniciativas del Padre Lopez.
El entrenamiento del personal fué una preocupación de Tropical a partir de los primeros años de la década del 40. Esto se acentuó más en el área de perforación. La inevitable sustitución gradual de los empleados perforadores traídos de los Estados Unidos por obreros colombianos entrenados debidamente, se inició en 1932. Así alcanzaron renombre Humberto César Olascuaga, Dionisio Navarro, Florentino Aldana y Luis Contreras, quienes embadurnados de aceite habían visto caer la selva milenaria.
La preparación del personal técnico tuvo mayor énfasis en El Centro que en la Refinería cuando se acercaba la fecha de la reversión. La Tropical envió a los Estados Unidos a sus principales ingenieros a recibir entrenamiento en cursos especializados que coordinaba la Standard para personal de sus empresas afiliadas. La misma compañía proporcionó becas en el país y en el exterior para seguir estudios universitarios.
William Pareja y Alberto Gamboa, dos altos empleados de Tropical e Intercol, ya mencionados, me manifestaban que ellos fueron escogidos por Tropical para viajar a los Estados Unidos a entrevistar y contratar estudiantes colombianos que seguían carreras técnicas en universidades americanas, mediante un programa preparado y coordinado por la compañía. De ésta manera se aprestaba la Troco para la inevitable entrega de la Concesión.
En la misma década del 40 se incrementó la preocupación por disminuir el número de accidentes que se presentaban en las dependencias técnicas de la Concesión. El índice de accidentalidad subió de 26.7 en 1943 a 37.6 en 1947 y se disminuye a un 33% en 1948. El exceso de confianza, las bebidas alcohólicas, falta de protección en los equipos, fatiga, imprevisión y negligencia en el manejo de las máquinas aparecían como las principales causas.
Había un jefe de accidentes que coordinaba la divulgación de normas de prevención y uso de elementos protectores en carteles, gráficos, charlas y películas. Una de las reglas de seguridad publicadas en un sugestivo manualito de 1940, rezaba con esta singular sentencia: Use zapatos para proteger sus pies. Las cotizas no los protegen.
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