Breve Historia Para un Galón de Gasolina
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Pocos meses después de asumir el mando, tras el retiro de su titular, el presidente don Jorge Holguín recibió en palacio el primer barril de gasolina producido en la Refinería de Barrancabermeja. Igual obsequio les había hecho la Tropical Oil Company al Arzobispo Primado y al representante de la compañía en la capital de la república al concluir los trabajos de construcción del oleoducto que unía la planta refinadora con los Campos de Infantas.
Desde la fecha de aprobación del traspaso de la Concesión De Mares a la Tropical Oil Company, el 20 de junio de 1919, la compañia tenía por delante dos años de plazo para establecer una refinería de petróleo de capacidad suficiente para atender el consumo del país. Transcurrido ese lapso y no pudiendo cumplir el compromiso por deficiencias en el transports a través del río Magdalena y por el hundimiento de lanchas cargadas con materiales y equipos destinados a la explotación y la refinería, la Troco se vió obligada a solicitar del Gobierno una última prórroga que fue concedida mediante resolución dictada el 13 de junio de 1921. De esta manera no sólo se suspendió por un año el plazo que debía vencer el 25 de agosto de 1921 para poner en funcionamiento la refinería, sino que se determinó legalmente la fecha precisa a partir de la cual debía empezar a contarse el periodo de 30 años fijado en el contrato de concesión.
Por aquellos años los trabajos de explotación se incrementaban en Infantas, lugar de difícil acceso al que sólo se podía llegar a través del rio La Colorada.
Al culminar el tendido de la tubería desde los centros de producción, se puso en funcionamiento, el 18 de febrero de 1922, el conjunto de maquinaria, alambiques, equipos y tanques de almacenamiento que constituían la refinería de Barrancabermeja, traídos en su mayor parte desde las instalaciones que la International Petroleum Company tenía en Talara, en la desértica y calurosa costa norte del Perú.
A corta distancia del río y con el arranque de la refinería se afianzó el despegue de Barranca. El furtivo caserío pasó a convertirse en una población bullanguera y cosmopolita que despertaba recelos en los estrados del gobierno y que acariciaba temerosamente en su regazo aquellas instalaciones industriales que empezaban a cobrar destacadísima importancia en el desarrollo del país.
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