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La expedición de don Gonzalo Jiménez De Quesada, el más famoso de los

Crónica de la Concesión de Mares

Antecedentes

By uid=wpadmin,o=defaultWIMFileBasedRealm, last updated Sep 23, 2014


La expedición de don Gonzalo Jiménez De Quesada, el más famoso de los conquistadores del Nuevo Reino de Granada, partió de Santa Marta un día de abril de 1536. Tras varios meses de dura travesía por agua y tierra, la expedición arribó extenuada al sitio que los indigenas denominaban Latora para significar el lugar de la fortaleza que domina el río. 
Muchas fueron las penalidades sufridas por tan intrépidos y expertos guerreros. El dificil andar por tierras pantanosas, los asaltos repentinos de los indios y los voraces ataques de fieras e insectos fueron diezmando poco a poco el grueso de las tropas. Sólo la perspectiva de encontrar un territorio abundante en riquezas aliviaba sus penuarias y les hacia seguir en su obstinado empeño. 

El 12 de octubre de 1536 Diego Hernández de Gallegos es el primero en avistar aquel caserío de Latora plantado sobre unos barrancos de color rojizo. Los aborígenes lo abandonaron para acechar desde la oscuridad y Jiménez de Quesada, que buscaba afanosamente aquel refugio para sus hombres, lo bautizó con el nombre de Barrancas Bermejas.

En Latora encontró la expedición acogedor albergue y se constituyó en el centro de operaciones de los valerosos conquistadores. De allí se despacharon pequeños grupos a explorar los ríos vecinos para buscar un paso hacia la cordillera que les permitiera llegar al interior del Nuevo Reino.

Cuenta el famoso cronista Gonzalo Fernández De Oviedo y Valdés que en Santo Domingo, cinco años después, tuvo la oportunidad de escuchar a los capitanes Juan del Junco y Gómez del Corral, compañeros de Quesada, quienes le describieron que una jornada adelante del pueblo de Latora (donde van a desembarcar los bergantines) hay una fuente de betún que es un pozo que hierve y corre fuera de la tierra, y está (situada) entrando por la montaña (bosque) al pie de la sierra, y es gran cantidad y espeso licor. Y los indios tráenlo a sus casas y úntanse con este betún porque le hallan bueno para quitar el cansancio y fortalecer las piernas, y de ese licor negro y de olor de pez y peor, sirvense de ellos los cristianos para brear sus bergantines.

A ese lugar, en la confluencia de los ríos La Colorada y Oponcito, le llamaron los españoles Infantas en recordación de las infantas del Rey de España, recién nacidas. Con ese nombre se sigue conociendo en nuestros días a toda esa vasta y milenaria región poblada de altas estructuras metálicas bajo las cuales se cobijan, cabeceantes, antiguas unidades de bombeo.