Resurgimiento
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Crónica de la Concesión de Mares

Resurgimiento

By uid=wpadmin,o=defaultWIMFileBasedRealm, last updated Sep 23, 2014

 


Los años 30 llegan con un incremento de la producción de petróleo. Se amplía la refinería.La topografía de Barranca se va poblando de torres metálicas y cabeceantes balancines que rinden con precisión mecánica su jornada. Los buques de la compañía atracan en el puerto dejando sus cargamentos de viajeros en busca de un empleo estable.
El pito de la Refinería que marca el inicio y la terminación de jornada va creando un reflejo condicionado en el trajín y costumbres de las personas. El ronquido del tren despierta la ciudad y alebresta los sentidos. Todos llegan con dinero, con ánimos y pasiones frescas.
 
Puerto de Barrancabermeja. 


Durante los años finales de la guerra, Barranca, la Universidad del trabajo como la llamara el maestro Valencia durante su campaña de 1930, también recibe el influjo de una bonanza cultural. Se le podría llamar su época de oro. Queda atrás la población pecaminosa y surge una ciudad cosmopolita e industriosa donde crepita una hoguera de arte, producción literaria y virtudes ciudadanas.

Barranca tiene un gran porvenir, escribía Calibán en 1941, en una de sus visitas. Ya no es aquella ciudad de tránsito. El que llega aquí se queda. Funda su hogar y contribuye al esfuerzo común.

Dos interesantes monografías de Simón Galvis y Martiniano Valbuena recogen y cuentan parte de su historia. Los cantos, crónicas y pensamiento político del médico escritor Gonzalo Buenahora empiezan a aparecer en sus famosas obras Anverso de Barranca, Un Canto a Bucaramanga, Sangre y Petróleo y La Comuna de Barranca.La revista Pipatón, profusamente ilustrada, desborda los límites de la patria. En ella, los relatos de la ciudad, los romances, crónicas y versos de Edith Telica otros trovadores resuenan en todos los contornos y llevan el tráfago de la faena diaria. El Hotel Pipatón se abre a los visitantes en 1943, en una construcción admirable del arquitecto español Germán Tejero De la Torre y el Centro Juvenil, auspiciado por el señor Shannon de la Troco, moldea en la cultura y el deporte a las nuevas generaciones de la ciudad.

Años más tarde la fiebre del oro negro se acabó, los aventureros emigraron, fueron desapareciendo los burdeles y Barranca comenzó a tener vida tranquila y sosiego. Hoy es una gran ciudad, con credencial de capital, sana y segura, poblada de hermosas construcciones y amplias avenidas. Tiene los problemas que toda urbe en crecimiento genera y en ella conviven como en sus primeros años gentes de todas las latitudes que quieren encontrar un mejor estar.

Siempre ha sido joven la historia de Barranca y cada vez se remoza más con el auge de su industria y su organización urbanística. El hada de la fortuna siempre le sonrió